Límites del bisturí

“La medicina estética tiene otra cara, la que no delata los retoques”, afirman las doctoras, quienes añaden que, tanto mujeres anónimas como algunos de los rostros que pasean sobre las alfombras rojas, nos llevan a hacer comentarios sobre lo bien que se mantienen, sin que les delate el exceso.

Es lo que la doctora Ruiz del Cueto denomina como “la cara de la mesura, la armonía y el mantenimiento natural de las facciones, los rasgos, la gestualidad y la expresividad individuales, sin transformaciones radicales ni congelaciones”. Para estas especialistas, el rostro de Annette Benning, Cate Blanchett, Demi Moore o Meryl Streep ilustran el respeto por las facciones originales y el mantenimiento de ciertas líneas de expresión para lograr un aspecto natural y elegante. Ruiza y Mira apuntan los pasos que deben primar en un tratamiento estético, para continuar la estela del buen gusto y la mesura.

DIFUMINAR, NO BORRAR

Un rostro de 40, 50 o 60 años sin ninguna arruga resulta artificial. La clave está en suavizar, matizar y minimizar. Las doctoras sostienen que no todos los signos de la edad nos restan belleza. “Mantener algunos es básico para evitar el efecto robótico”, apunta Ruiz.

DOSIFICAR

Para las expertas, en el exceso nunca está la virtud. “Retocar o añadir siempre se puede. Quitar es más difícil”, añade la especialista consultada.

FAVORECER LA EXPRESIVIDAD

Esta idea debe prevalecer en lugar de congelar la expresión, un resultado que se le atribuye a la toxina botulínica, “lo que no es cierto. Solo la mala praxis del tratamiento produce esos efectos”, indican las doctoras, quienes matizan que, además, son los que salen a la luz, aunque el efecto no sea definitivo.

REPOSICIONAR

Este concepto no quiere decir añadir volumen sin fin. “Los pómulos inflados con gran dosis de ácido hialurónico u otras sustancias pretenden un rostro juvenil, pero a veces el resultado es grotesco”, explica la doctora Mira. No se trata de crear nuevos rasgos e inventarse volúmenes que el rostro no tenía; se trata de reposicionar en el lugar original las facciones que el tiempo ha desplazado. Cada día nacen nuevos protocolos tensores que permiten corregir el descolgamiento y conseguir la retracción de la piel sin cirugía.