Mitos y verdades sobre el aceite facial

No se absorben fácilmente. Falso. Los aceites son absorbidos directamente por la capa superior de la epidermis, donde actúan mejorando la función barrera. Los lípidos de la piel tienen gran afinidad por otros lípidos (es decir, los aceites) por lo que no solo se absorben rápidamente, sino que además tienen una gran capacidad de penetración, consiguiendo que sus activos actúen en las capas más profundas.

Produce brillos. Falso. Un buen aceite no brilla, entre otras razones porque la piel lo absorbe rápidamente. Lo que sí hace es aportar luminosidad al mejorar la hidratación y nutrición de la piel. Con el aceite la piel queda luminosa, jugosa y las arrugas se difuminan.

Causan granos. Falso. Los aceites minerales sí pueden causar granos, pero los aceites secos y de cosmética de calidad, no. Tanto por su formulación, como por la selección de sus aceites, éstos se absorben rápidamente, y no cierran los poros.

No hidratan. Falso. El cemento que une las células de la epidermis entre sí son los lípidos: aceites que las mantienen cohesionadas. Y cuando esa barrera epidérmica está compacta, la piel está sana y se ve luminosa y radiante. Al aportarle lípidos afines con la piel a través de un buen aceite facial, estamos dando a la epidermis la cantidad justa de los aceites que mejoran la función barrera, lo que se traduce en una menor pérdida de agua transepidérmica.

Solo para pieles maduras. Falso. La piel comienza a envejecer antes de los 25 años, aunque los signos externos tardan más en apreciarse, pero incluso a edades tan jóvenes la barrera lipídica comienza a sufrir y se ralentiza la regeneración celular. Por eso es tan importante prevenir, y los aceites son excelentes para ello dado que ayudan a mantener la cohesión de la barrera epidérmica. Y si está en buen estado, será más fuerte, más resistente, más sana y estará protegida.